lunes, 10 de marzo de 2014

La esencia de la vida

agosto 16, 2013

    ¿Acaso merecemos vivir la vida a través de los fríos números y cálculos? ¿Es sólo ese el valor que le damos? ¿Es que no hay más que eso, no hay una esencia más allá de las necesidades fabricadas, inventadas detrás de las cuales corremos? ¿Dónde está el verdadero goce de la vida, en qué cosas se encuentra? ¿Se llega a él corriendo tras efímeras ilusiones de buen pasar? ¿Se lo logra acumulando? ¿Se disfruta tan solo viviendo por los números y los cálculos? ¿No hay nada más?

    La esencia de la vida es lo que verdaderamente somos: seres de luz convertidos momentáneamente en pasajeros en este traje terrenal que es nuestro cuerpo. Reconozcamos la ilusión para vivir en ella como debemos, es decir, sin creer en ella, sólo verla como un medio por el que nos desenvolvemos mientras nos toque vivir en ella. Nada más que eso. Sepamos ver a través de la ilusión para poder vivir la vida gloriosa que es nuestro derecho natural.

    No estamos en este mundo para sufrir por seguir cual ganado las directivas de los poderosos de un sistema que pronto caerá en medio de su propia inmundicia. Detengamos nuestro diario trajín para pensar por un instante cómo deberíamos vivir la vida con integridad y decencia, siguiendo a nuestro propio sentir, sólo a nuestro más íntimo y profundo sentir. Todo sin interferir en la vida de los otros seres con los que convivimos en esta ilusión y sin que los demás seres interfieran en la nuestra. Sin pasiones, sin angustias, sin deseos falsos e ilusorios, sin apresuramientos que conducen a ningún lugar.

    Dejemos de ir en círculos, caminemos en línea recta hacia el infinito. Sintamos el fluir de la vida en nuestras entrañas. Dejemos que ella, que es sabia, nos guíe. Olvidemos la especulación y el engaño, seamos sinceros con nosotros mismos, con nuestro más íntimo sentir, que es de luz. Salgamos de la oscuridad en que permitimos que otros nos sumerjan. Salgamos del pozo y vivamos la auténtica vida, en la que no se corre, en la que se goza, en la que se disfruta.

    Muchas presiones nos opondrán, muchos obstáculos nos presentarán. Para contrarrestarlos, debemos tener fuerza, la fuerza de las convicciones verdaderas, y seguir adelante contra viento y marea sin mirar hacia atrás ni a los costados. El camino es angosto, el camino es estrecho, sólo entran nuestros pies en él. Pero no estamos solos, nos guía la vida, que es nuestro más profundo ser interior. Adelante con la verdad eterna y universal.

    Fuerza, voluntad, verdad. Ese es nuestro estandarte y nuestra espada.

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Estoy releyendo El Principito de Antoine de Saint Exupéry y me pareció oportuno en esta ocasión recordar este pasaje:

''El cuarto planeta era del hombre de negocios. El hombre estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.
-Buenos días-le dijo éste-Su cigarrillo está apagado.
-Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres quince. Buenos días. Quince y siete veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiseis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
-¿Quinientos millones de qué?
-¡Eh! ¿Estás siempre ahí? Quinientos millones de ...Ya no sé...¡Tengo tanto trabajo! Yo soy serio, yo no me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete...
-¿Quinientos millones de qué?-repitió el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había formulado.
  El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.
-Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
-¿Moscas?
-Pero no, cositas que brillan.
-¿Abejas?
-¡Pero no! Cositas doradas que hacen devariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para devariar.
-¡Ah! ¿Estrellas?
-Eso es. Estrellas.
-¿Y qué haces con esas estrellas?
-Nada. Las poseo.
-¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?
-Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
-¿Y qué haces tú con las estrellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento-dijo el hombre de negocios-Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!
  El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.
-Yo-dijo aún-poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...
  El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró respuesta y el principito se fue.''



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