martes, 4 de febrero de 2014

Traje el montecito a la ciudad

abril 11, 2013

    Ay, montecito de verde arboleda, de piedras rosadas y azules y grises. Tu árida y dulce Presencia despierta a la mía que cual torbellino se une a la tuya y ambas se elevan en una trenza de Amor.

    Y te traje a la ciudad, a mi barrio, a mi casa, porque todo esto lo siento aquí, en medio del ruido, del ajetreo, del movimiento continuo de la gran ciudad. Te traje conmigo, gracias montecito amigo por venir conmigo a la gran ciudad.

    También traje al arroyo que nace en la quebrada de la sierra cercana, el arroyo de aguas cristalinas que me cantan al pasar suavemente sobre las piedras de hermosos colores, que arrullan mis sueños y avivan mis días.

    Y vino conmigo el cielo y también el sol, vinieron las nubes que a veces son blancas y a veces son grises cargadas del agua que subió del arroyo, cargadas de nieve por el intenso frío, y a veces moradas cuando se pone el sol y las tiñe de luz.

    Y me traje las cabras que balan alegres en medio del ruido de esta gran ciudad. Y los pájaros autóctonos que unen sus trinos a los de los gorriones y a los de los jilgueros que habitan los árboles de mi barrio.

    Y huelo el aroma del verde poleo, de la peperina, del usío de hojas pequeñas y blancos capullos donde liban las abejas, del erguido paico, de la pequeña artemisa.

    Si, me traje el monte a la gran ciudad. Y entonces así ya no lo añoro pues lo llevo conmigo adonde yo voy.

    Ay, montecito, ya sos parte mía. Soy una con vos.

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